El COAC ¿hoy como ayer?

 

Puntuaciones para los coros "Dantón..." y "Los decapitadores" según un aficionado. La información, 9 de febrero de 1932.

Puntuaciones para los coros “Dantón…” y “Los decapitadores” según un aficionado. La información, 9 de febrero de 1932.

A escasos días del comienzo del COAC 2014 muchos son los que no se explican cómo un vocal del Jurado puede poner puntos a un tipo, presentación, tango, pasodoble, cuplé, estribillo o popurrí. ¿Cómo se calibra el sentimiento que produce una copla de carnaval? ¿sirven las puntuaciones o habría que buscar una alternativa?. La respuesta, sin duda, es compleja, pero tiene una máxima. Y es que dicen, los que más años llevan en esto, que es el mejor método posible, debido en parte, por la duración del concurso. En este argumento también pesa la trayectoria y veteranía del propio Concurso.

Sin embargo, ¿siempre fue así? ¿Qué sabemos de los jurados del pasado? Y no hablo de la pasada década y la anterior, pues con una sola visita a la hemeroteca podemos saber todos y cada uno de los puntos que puso el vocal “X” o el “Y”. Tampoco a los de las Fiestas Típicas. Época dictatorial oscura y difícil de estudiar. Voy más allá. Acerquémonos a la raíz. Un poco más lejos. A antes de la Guerra Civil, cuando el Carnaval era todavía Carnaval…

 A finales del siglo XIX se empezaron a establecer concursos privados en distintos establecimientos de la ciudad. Ganaba el hostelero que llenaba su local, ganaba -quizás- el comparsista si conseguían el premio y ganaba el aficionado que podía acudir y sentarse a escuchar coplas. Poco tiempo después serían las propias autoridades las que usurparían la idea a los comerciantes y harían un Concurso municipal. Estos se aseguraban un mayor control de las agrupaciones y de lo que cantaban. Empero dependiendo de los gustos personales de los alcaldes y de la propia situación política, estos primigenios concursos de coplas tendrían más o menos continuidad. Ramón de Carranza, por ejemplo, en tiempos de la dictadura primoriverista, fue un gran detractor de los mismos. Contaba hace años Enrique González Gómez:

 Recuerdo que fuimo al ayuntamiento a proponerle al alcalde Carranza a vé si organisaba un concurso. Nosotro le dijimo que tomábamo el teatro Principá, pagábamo los gastos del teatro, y a la gente había que darle algo. Siquiera un detalle; y el sobrante lo donábamo pa una casa benéfica. Y el tío nos dijo que nanay de la china. Que no. No hay concurso. Bueno, po no hay concurso”[1].

 Las posteriores alcaldías republicanas aseguraron, por contra, su continuidad. Y a ello le acompañó una afición de cierto calibre en la ciudad. Incluso la prensa del momento nos muestra curiosos debates y quejas entorno al concurso y jurados de entonces. Ayer, como hoy, nunca llovía a gusto de todos. Vamos con el ejemplo. En 1932 los coros que se disputaron el primer premio fueron “Dantón y  los libertadores franceses” y “Los decapitadores”. Del primero hemos dado buena cuenta en Universo Gaditano[2]. De los segundos indicaremos que fue su director Francisco Guzmán “Batato” y que la letra y la música correspondería a Manuel López Cañamaque. Fue el 9 de febrero de 1932, tras la celebración del concurso y entrega de premios -Primero para “Dantón…” y segundo para “Decapitadores”-, cuando “un aficionado”, indignado con el fallo, publicó en el periódico “La información” un amplio artículo donde protestaba por el injusto segundo premio otorgado al coro de Cañamaque, en beneficio del primero obtenido por “Dantón…”, a la postre firmado por Arturo Osiel, Cojo Poce y un jovencísimo “Fletilla”. El aficionado anónimo arremetió desde el principio contra el concurso y como estaba establecido:

 “…es que esta clase de concursos, nunca se hacen en debida forma.”

 Seguidamente atacó al jurado y cómo, según él, se dejaba llevar por la opinión generalizada de los aficionados:

 El jurado que lo integra, casi nunca o por mejor decirlo, nunca, se encuentra presente en todas las actuaciones; y de ello que los premios se otorguen a cualquiera, o al que se escuche decir que es el mejor.”

 A continuación dio un buen repaso a lo que le interesa: los coros. En sus reflexiones vemos como, hoy día, no han cambiado tanto las críticas volcadas en medios de comunicación. Por ejemplo, respecto al tipo de “Dantón…”:

 De indumentaria nada, ese Dantón que es un chiquillo, pudo muy bien caracterizarse un poco; siquiera una peluca…”

 E incluso vio ciertas similitudes entre la música del tango con los del maestro Antonio Rodríguez:

 “…para mi gusto es muy bonito y agradable, sus dos primeras partes corresponden casi por entero a “Rojo y Verde” y el resto cabalga sobre “Espejos” y otros que inmortalizó el “Tio de la Tiza“.

 Respecto al coro “Los decapitadores”, su preferido, le mostró mejor crítica:

 “…el tango es sencillamente una monería, carece del plagio tan común en éstos tiempos [...] suena admirable…”; aunque arremetió contra el popurrí: “…los dos cuplés, muy agradable; el segundo mejor que el primero; el potpourrit, lo eterno“.

 La opinión sobre el popurrí también suena, ¿verdad?

Y dejamos para el final lo que nos parece más interesante. La queja del sr. aficionado donde, gracias a la cual, entendemos como se daban los premios en aquel entonces. Según él en este concurso “no figuraban bases ninguna“. Entendemos pues que el jurado de entonces llegaría a cierto consenso a la hora de fallar los galardones. El autor del escrito solicita que se haga por puntos “como el boxeo“, no quedando ahí su reclamación, sino que además, expuso un sistema de puntuación basado en un máximo de 50 puntos por agrupación, dividiendo estos en cinco partes: Voces, música, letra, indumentaria y carroza. Incluso dejó su opinión de como hubieran quedado sus puntos para “Dantón…” y “Los decapitadores”; haciéndose, según él, justicia con el concurso de 1932:

*NOTA: EN LA FOTO QUE ILUSTRA ESTE POST PUEDEN VERSE LAS PUNTUACIONES DADAS POR UN AFICIONADO A LOS COROS

En 1932 el concurso en varios aspectos era diametralmente opuesto al de ahora. La ausencia de reglas brillaba frente al vetusto reglamento de hoy día. El consenso se anteponía a los números y a lo que quisiera una mayoría. Sin embargo, de lo que no cabe duda es de la pasión que este COAC sigue despertando a día de hoy. Las cortinas están a punto de subir. Disfrutemos, y si podemos aprender de las enseñanzas de la Historia… mejor.


[1] ACEDO SACALUGA, A. y VÁZQUEZ ARAGÓN, J. Gentes del Carnaval. Conversaciones con los viejos comparsistas. Caja de Ahorros de Jerez. Jerez,1985. Pág. 48.

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