Llegan unas fiestas entrañables, familiares, añorantes de épocas pasadas, tan diferentes a las actuales pero con un denominador común –la ilusión- a la que citábamos en el artículo anterior con profusión de ejemplos…
Añoramos las nochebuenas de aromas a pestiños, a matalahúva y también a cajas de polvorones con el almanaque y el alfajor de Medina incluido…En el fondo somos unos niños grandes, seguimos teniendo nuestra alma de niño.
Hoy importamos a ese personaje vestido de rojiblanco- no quiero mentarlo- que tiene el privilegio de dar el aldabonazo a estas fiestas, que dicho sea de paso, están perdiendo parte de su esencia cristiana. No en vano, aquella Misa del Gallo, formaba parte de la tradición familiar y parece que está decayendo la asistencia a tan importante acto.
Sin embargo hemos avanzados en solidaridad y generosidad, debido a que la situación económica es mejor, a pesar del terrible azote de la manida crisis que nos sigue fustigando.
En general, Asociaciones de la Iglesia como las Hermandades o Cáritas nunca han dado la espalda a la realidad social y al día de hoy y en estas fechas nos acordamos del más necesitado…cumpliendo con uno de los fines más preciados y para los que se crearon dichas organizaciones: AYUDAR AL NECESITADO . Y la caridad, bien entendida, es siempre elogiable y si no, miremos a San Pablo en su carta a los Corintios: “Si no tengo caridad, no tengo nada”
Distintas hermandades han organizado diferentes campañas de Navidad, caravanas solidarias… en estas calendas, a través de sus vocalías de caridad y el pueblo llano y soberano ha respondido con creces a la intensa demanda.
La Hermandad del Descendimiento, de la que soy hermano mayor, “vuelve a las andadas” en estas fechas próxima a la festividad de la Virgen de la Esperanza para cumplir con este requisito obligado tras 19 años, el cercano día 21, entregando lo recogido a las Hermanas de la Cruz de nuestra ciudad.
Un año más las pequeñas monedas de 0,01 y 0,02 céntimos, esas que nadie quieren, sirven para llenar ese “granero” de solidaridad y caridad para beneficiar a aquellos que menos tienen. Esa generosidad nos llega desde Toledo, Sevilla, Chiclana, San Fernando y Cádiz en forma de loable actitud por parte de muchos anónimos.
A todos gracias y que Santa Ángela de la Cruz os lo premie.
Sin comentarios por ahora.