A pesar de que la provincia gaditana registra, por desgracia, las cifras más altas de paro del viejo continente, el gaditano vive su particular vorágine desde comienzo del año en curso. Año marcado por la crisis y nada halagüeño para supersticiosos…
Empieza por los Reyes, no Borbones, sino Magos de Oriente o de Andalucía, quedamos embaucados por las fiestas gastronómicas previas al carnaval- erizada, ostionada, pestiñada- y de buenas a primera, se abren as puertas del Falla para dar paso a los sones del genuino tanguillo gaditano, a un pasodoble con sentimiento propio de la comparsa o a un chiste hecho cuplé.
Este año casi sin darnos cuenta y por mor de la Cuaresma, se ha agudizado este fenómeno y prácticamente el gaditano ha desempapelado un polvorón con una mano y se ha ayudado con la otra para hacer sonar el 3×4, del pito de caña o como antaño con los nudillos de las propias manos para entonar “el vaporcito del puerto” y sigue la historia.
Ya de lleno en Cuaresma empiezan cultos internos de las hermandades, recogidas de túnicas, limpieza de enseres, recogida de controles, conferencias cuaresmales, montajes y desmontajes de efímeros altares, encargo de cera, flores… en definitiva mucho movimiento a pesar del paro.
De un tiempo a esta parte y empezando por el mes de Octubre- en plena novena de nuestra Patrona, La Virgen del Rosario, La solidaridad y la fraternidad han llegado a lo más hondo de la piel del gaditano. A Fray Pascual Saturio Medina, el manchego de Cádiz, se le ocurre pedir alimentos en vez de flores y el pueblo acude a su llamada y la respuesta es masiva. Tanto que agrupaciones carnavalescas entienden y captan ese mensaje y aho estamos, todos en una. Es decir se ha hecho palpable la carta de S. Pablo a los Corintios, “Si no tengo Caridad, no tengo nada”…
Por eso bendito “los bullitas”, como diría el profesor Payán, pregonero de la dualidad gaditana: -Semana Santa y Carnaval- si se cumple ese ansiado objetivo.
Sin comentarios por ahora.